viernes, 19 de febrero de 2016

Ruidos

Ruidos…

- “Para muchos seres humanos, la noche se ha tornado tan ruidosa como el día y una habitación silenciosa en un infierno y una tortura” -

Esta frase que leí, es la que me ha animado a contar algo que me pasea por la cabeza desde entonces. Me detuve a observar los ruidos de nuestra rutina, enumerándolos casi con curiosidad hasta el borde del agobio durante algunas horas…
La alarma del despertador da lugar a un sinfín de sonidos, que como la fiebre, delatan que en el fondo de la superficie del sistema en el que vivimos robótico y aparentemente perfecto, algo va mal…algo tan profundo que se ha vuelto parte de la  piel humana y que nos lleva angustias y síntomas que se han puesto tan de moda, algo que nos hace correr sin parar sintiendo que nunca llegamos a tiempo a ningún sitio. Este laberinto de ruidos, me hizo pensar que nos hemos perdido en una realidad en la que no vemos, no oímos, ni sentimos con claridad.
El consumismo, la necesidad de tenerlo todo en todo momento, de controlar nuestro entorno y que nos controlen, la ley de lo “mío es más y mejor”, la incansable búsqueda por coleccionar cosas para desecharlas al poco…todo esto se traduce en un continuo zumbido inaudible, hasta el día que cualquiera se para a buscarlo...El ruido del móvil incesante, los motores de los coches que vuelan agónicos a manos de montañas de estrés humanas, la tos de los niños acumulando virus innombrables, los whatsApps acosadores que se han ganado el nombre de un síndrome pre-adolescente y mil puntos suspensivos…
Yo me detuve un día para permitirme un par de quejas antes de dejarme envolver de nuevo por ese tsunami de sinsentido al que te acoplas o sobras. Con lo cual, ésto se trata sólo de una humilde opinión, no es ningún alegato a la valentía antisistema o cualquier eufemismo absurdo. Lo que digo es que hemos llenado el mundo de ruidos tóxicos y contaminantes, y creado leyes que los miden y los regulan, sin querer darnos cuenta que nos hemos contaminado el alma y los oídos de nuestro interior hasta el punto que los gritos reales de auxilio no tienen eco. Dejamos de oír hace mucho el ruido del esfuerzo de los que consiguieron mucho por nosotros antes de nosotros, convirtiendo nuestros países en cuevas de ladrones que financian desastres naturales y guerras desde sus cómodos sillones mientras tememos al silencio, al espejo nítido del Todo…

…Me quedó una pregunta en el aire tras esas horas silenciosas de mi experimento: en serio no oímos que algo no va bien….???

                                                                                                                                                                Reyes Soto Olmedo

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