Una apuesta, una puerta y un despacho
Oprimió
la pequeña bolsa que lo había llevado hasta allí contra su pecho. Ya se estaba
cansando de ella.
Al
principio solo era un juego, una tontería, un pasatiempo… tan solo eso.
Sintió
el chocar de unos zapatos contra los charcos de agua. Ya están allí, lo iban a
alcanzar y no podría evitarlo.
Guardó
aquella bolsita en uno de los bolsillos interiores de su chaqueta para, de un
momento a otro, comenzar a correr lo más rápido que podía.
Esquivó
a personas, derribó cubos de basura que se cruzaban en su camino y se adentró
en callejones desconocidos para su persona.
Mientras
mantenía su fuga, los pensamientos atormentaban su mente: <> << ¿Acaso eres un cobarde?>> <>
Tropezó
y chocó contra una pared. Cerró los ojos y situó su mano en su cabeza,
evaluando su dolor.
Ya
recuperado, observó el muro que había provocado su caída. Era de ladrillo,
color grisáceo, y alto. Un muro corriente, al fin y al cabo.
Dio
una vuelta de trescientos sesenta grados para poder situarse. Estaba en un
callejón. Buscó una salida, pero solo encontró una especie de puerta;
aparentemente, de una casa antigua. Se acercó a ella y agarró su pomo. Hizo una
mueca de asco, estaba cubierto de suciedad y moho causado por los años. Con un
leve tirón, la puerta se abrió ante él dejando ver un pasillo oscuro. Se
adentró en la casa.
Tras
cada paso que daba, el suelo crujía. Al quinto paso se sintió que, la madera
vieja que había debajo de sus pies, desaparecía y caía.
Los
nervios y el miedo se apoderaron de él y empezó a gritar como si la vida le
fuera en ello.
Cuando
un último grito de desesperación estaba a punto de salir de su garganta, sintió
que una corriente lo recogía y lo hacía levitar hasta llegar a una especie de
despacho.
La
extraña fuerza lo dejó levemente sobre una silla.
Delante
de él, se encontraban unos papeles desordenados; y, detrás de la mesa donde
estaban estos, una joven de cabellos color grana y ojos verdes. La chica tenía
una expresión grave en su rostro.
-¡Al
final llegas! ¿Se puede saber dónde estabas?- él abrió la boca para contestarle,
pero ella lo interrumpió- Da igual, no tiene importancia…traerás la bolsa,
¿verdad?
Aylén Mª Peñuela Andrada 1º A
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Enhorabuena, Aylén.
El SEGUNDO PREMIO de Relato Corto es para Raúl Heras de 3ºB con este texto:
Un trato justo
Había
acordado entregar mil almas oscuras a cambio de un alma limpia.
-¿Últimas
palabras?-Le dijo la otra parte al hombre ensangrentado.