miércoles, 11 de febrero de 2015

Palabra favorita y refranes sin afanes

Recogemos y os mostramos los trabajos realizados por los alumnos de la ESPA II de nuestro Centro dentro del programa de Creatividad, coordinados por las profesoras Mara Cabrera y Teresa Ojeda.

Las dos actividades están dentro de las del primer nivel de dicho programa. Esperamos que disfrutéis de ellas, igual que de las que podamos realizar hasta final de curso.

REFRANES SIN AFANES
PALABRA PREFERIDA

domingo, 1 de febrero de 2015

La piedra solar

Han pasado muchas lunas desde que apareció en el poblado un hombrecillo extraño, cómico, de ojos burlones y mirada penetrante.

Hemos perdido la memoria de cuándo ocurrió, pero los más ancianos cuentan que los padres de sus padres lo vieron aparecer en la aldea en esa época en que los dorados rayos del sol granan las cosechas y hay abundantes frutas y huevos con que alimentarse.

Los habitantes del poblado estaban prestos a iniciar ese sueño reparador que nos permite acumular fuerzas desde el orto hasta el ocaso, cuando las sombras son más escasas.

Haciendo sonar con sus manos y boca unos extraños instrumentos consiguió congregar a su alrededor a todos los miembros de la aldea. Portaba extraños ropajes, demasiados, comparados con nuestros escasos taparrabos.

Habló con voz solemne y misteriosa:
"Os traigo un objeto fabuloso, un ingenio capaz de medir el tiempo... Algo sin lo que no sé como habéis podido sobrevivir hasta ahora. No quiero nada a cambio, os lo regalo, es tan valioso que jamás podríais pagarme los que vale."

El anciano más venerado de la tribu, respetado de todos  por su sabiduría, le espetó:
"¡El tiempo!. ¡No sé lo que es el tiempo!. Alguna vez oí a algún explorador hablar de ello y, por lo que recuerda mi gastada memoria, no lo hacía de buen grado"

Nuestro jefe habló pausadamente con su poderosa voz llena de autoridad y prudencia:
"Si no sabemos lo que es el tiempo, ¿Para qué queremos medirlo?

El extraño hombrecillo, percibiendo que había sembrado la sombra de la duda en nuestro espíritu, retomó su discurso aun más misterioso:
   "El tiempo es la materia de que están hechas las eras...
   El fundamento de los días y las noches...
    El eje de nuestra existencia...
Nuestra vida es tiempo...

 Si medimos el tiempo, sabremos cuánto vivimos...
     Sabremos cuántos años tienen nuestros hijos...
        Sabremos cuándo dan fruto los árboles...
      Cuándo hay que recoger las cosechas...
   Cuándo nacerán las crías de nuestros cerdos...

 Tendremos el control sobre nuestra propia existencia…
 y la de todo lo que nos rodea..."


"Extrañas palabras pronuncias extraño visitante, -retomó el anciano-
¿Eras?, ¿días?, ¿años? No sabemos lo que es eso. Pero no podemos despreciar el presente de un viajero, es tabú, sería un mal augurio.

No creo que necesitemos lo que nos ofreces; sabemos perfectamente cuándo dan sus frutos los árboles, cuándo podremos recoger las cosechas, tan solo con mirar a nuestro alrededor y oler el viento del sur, observamos el vientre de nuestras cerdas y oímos sus gruñidos para saber cuándo parirán, nuestros hijos crecen y se hacen poderosos guerreros o madres fructíferas sin necesidad de tener "años" y nuestra vidas se ensanchan y acortan con los soles y las lunas que se persiguen por el cielo sobre nuestras blancas cabelleras"

Dicho esto, el viajero deshizo un atillo y sacó a la luz una piedra grabada con símbolos por nosotros desconocidos, en cuyo centro introdujo un objeto metálico, similar a las agujas de hueso que utilizan nuestra mujeres para coser las pieles que recubren nuestras chozas.

Con unos cuantos palos, el viajero, engarzó la piedra  y pidió que la colocasen sobre la entrada de la choza de nuestro jefe, la más grande del poblado, que presidía la explanada en el centro de nuestra aldea y que era acariciada por el sol desde el amanecer hasta la puesta del sol.

El extraño hombrecillo, volvió con sus misteriosos mensajes:
"Las líneas que veis trazadas sobre la piedra solar son las horas, cada día tiene veinticuatro. La sombra que el sol arroja sobre ellas os irá marcando durante el día la hora que es.
Así podréis organizar vuestras actividades cotidianas: ir a cazar al inicio de esta línea, recoger los frutos del campo en la siguiente, comer a esta otra, recoger leña en esta, dormir entre estas otras"

Y así fue relatando un sinfín de actividades dependiendo de las sombras proyectadas en aquel artilugio.

Nunca podremos olvidar ese momento, aunque no lo recordemos, aunque no lo hayamos vivido. A partir de entonces somos esclavos de esas sombras proyectadas, ¡somos esclavos del tiempo! Ya nada se hace con agrado, con alegría, por placer, sino con el temor de agraviar el presente de un viajero.

Antes teníamos "tiempo" para todo, ahora nos sentamos absortos delante de la piedra solar para ver pasar las "horas", esperando a que las sombras nos indiquen lo que tenemos que hacer.



FPC